El escrutinEl escrutin
Gustavo Ruffo
Ahora es la derecha la que revoluciona y la izquierda es la que pelea por mantener los privilegios vigentes. Desde la derecha dicen “las cosas como son” en nombre del pueblo y la izquierda culturizada es la expresión del establishment y del status quo. Milei provocó eso, el entrecruce de las antípodas del pensamiento social.
Milei: provocó el entrecruce de la antípodas del pensamiento social
Nota de tapa
Milei propone una solución haciendo todo muy distinto a lo que estábamos acostumbrados. Es un cambio de óptica, de paradigma. Una nueva forma de ver al país y a su gente. Vivimos en incertidumbre y no imaginamos hacia dónde vamos aunque la población cree que el cambio es necesario. Ya no seremos lo que fuimos y el final del camino se vislumbra lejos de ser lo conocido.
Milei generó con sus propias armas un debate cultural y político invocando la idea de batalla cultural con un relato que se lo asocia a entender que, a pesar que los pensamientos de derecha se impusieron desde la caída del Muro de Berlín, el triunfo en los ambientes de debate, discusión y ampliación de ideas se le asigna al marxismo cultural que aún se expresa por una élite progresista que impone su visión del mundo.
Milei pelea desde abajo a diferencia de otros líderes derechistas como Donald Trump Jair Bolsonaro, Vox o Giorgia Meloni. Carece de medios propios para comunicar ya que no tiene periódicos, semanarios ni radios y, menos aún, cargos de alto mando en el mundo de la cultura y comunicación. Además, quitó toda pauta publicitaria estatal delegando a las redes sociales y a su vocero el rol de comunicar acciones y expresiones.
Milei predica y se expone con esfuerzo individual al igual que cualquier repartidor de delivey, conductor de aplicaciones o todos aquellos que lo único que necesitan para triunfar es un teléfono y manejar nuevas tecnologías. Esta nueva visión cultural propone libertad para elegir, libertad para crear, libertad para ser autónomos.
Milei ya tomó las primeras medidas que se abrazan a un cambio cultural que se enfada con el Estado, que siente que cada impuesto lo arruina y no le permite crecer. Va en contra de la idea de Estado protector, de igualador social y que muy poco tiene que ver con las trayectorias laborales, precarizadas y sin rumbo que se aprecia, sobre todo, en los más jóvenes.
Milei es un profeta antipluralista que derrocha una retórica provocativa con aires académicos con respaldo de lecturas variadas y, en los barrios populares, lo aprecian como políticamente coherente por el paradójico hecho de ser políticamente incorrecto.
Milei elude la utilización del lenguaje inclusivo y es el guerrero de una batalla cultural que pretende aplastar la casta de políticos ladrones y empresarios prebendarios. Pregona que hay que dar pelea contra los sindicalistas que entregan a los trabajadores y profesionales que son operadores del poder como los periodistas de micrófonos ensobrados.
Milei es una novedad cultural que pretende abolir la idea que el Estado debe bancar la cultura en la Argentina porque de esa manera la población no es libre de decidir por lo que quiere sino por lo que le imponen.
Milei planea recortar los gastos del Estado de forma tajante y busca privatizar o cerrar todas las empresas estatales deficitarias incluyendo las referentes como Télam, TV Pública, CONICET, INCAA, INADI que sirven de refugio para los políticos ociosos. Su voz puso foco en la prédica libertaria que no será financiado por el Estado nada que no responda a una demanda, sea de probada eficiencia económica o que no respete el libre juego del mercado y de la inversión.
Milei llegó al Sillón de Rivadavia reivindicando los años noventa de Carlos Menem y pretendiendo imponer una nueva cultura social pujante y libre de ataduras estatales. Su expresión “No vine a la política a guiar corderos, sino para despertar leones” no sólo arenga a profundizar el cambio sino que también cruza hacia una acción social que históricamente promueven los movimientos de izquierda.