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Análisis y Opinión
Gustavo Ruffo
@GustavoRuffoArg
Contexto de los primeros 30 días de gestión
El éxito de la presidencia de Javier Milei depende de múltiples variables sociales, económicas y políticas que se veran reflejadas en un cambio cultural profundo. Para lograr el resultado buscado deberá convencer a la ciudadanía que el camino será duro pero que es la única alternativa posible.
Desde el inicio de su gestión el 10 de diciembre pasado expresó en sus 33 minutos del discurso inaugural en las escalinatas del Congreso Nacional que recibe una crisis de proporciones épicas en materia económica, educativa y social y que va a cumplir su promesa de ajustar aunque duela pero que debemos ser concientes que al final del túnel hay luz.
Ese mismo día mostró como primera dama a su hermana Karina, citó a economistas liberales, habló de la fiesta de Janucá, mencionó el libro de los Macabeos, homenajeó a Julio Argentino Roca y le dijo Vicepresidente, con “e”, a Victoria Villarruel.
Desde el balcón de la Casa Rosada vio como el jubiloso público rugía pidiendo “motosierra” contra el Estado y repetía como un mantra un clamor unánime: “Libertad, libertad, libertad”. La sensación de irrealidad flotaba en el aire cuando el presidente libertario prometió arrasar con todo lo que se le interponga frente a otros presidentes y el pulcro cielo acobijaba a la agitada muchedumbre que lo celebraba.
“Javier Milei, una píldora demasiado grande para timoratos”, así titula Alberto Benegas Lynch (h) un artículo ya célebre publicado en noviembre de 2021 en Infobae. Escrito en forma de decálogo, el texto aborda diez temas polémicos clave en el pensamiento mileísta: ambientalismo, Banco Central, legislación laboral, aborto, rol de los empresarios, preservación de la democracia como respeto de los derechos del otro, integración al mundo, reducción de cargas tributarias, reducción del gasto público y no renovación de la deuda externa.
Ya estamos inmersos en un cambio cultural profundo económico, político, social pero sobre todo, cultural. Porque la vida de los argentinos se verán habituadas a formas que, al menos en Sudamérica, se verán renovadas y forjarán nuevos hábitos a partir del pensamiento de lo que se debe cambiar para crear chances de sobrevivir mientras se cruza el desierto si se cree que estamos en el camino correcto y, más pronto que tarde, aparecerá en el horizonte la tierra prometida. Milei parece saberlo.
Entendiendo por cambio cultural a la re-formulación de las políticas públicas que afectarán el comportamiento individual y comunitario,el ingreso de Javier Milei a la presidencia argentina amerita diversas reflexiones.
Análisis
Milei: natural militante de un cambio cultural
Argentina inició un profundo cambio que se avizora difícil y drástico. Cuando observemos hacia con la mirada que nos proporciona el paso del tiempo, tal vez entendamos que somos testigos del cambio más radical de la historia argentina. Firme y decidido Javier Gerardo Milei representa esa nueva mirada cultural del país que veremos.
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Lo primero que hay que entender es que su concepto base es que "no hay plata" y que se debe gastar menos de lo que se tiene. Sabiendo eso está claro que el problema no es la inflación ni el valor del dólar que deben tomarse como síntomas de una enfermedad constante de los argentinos sino que la enfermedad real es el déficit. O sea que se gasta más de lo que hay y en tal caso no hay más opción que endeudarse o imprimir billetes. El relato político lo menciona como Giro Capodérmico.
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La Libertad Avanza inicia los cambios profundos desde el comienzo de su gestión a diferencia del gobierno de Mauricio Macri. El presidente Javier Milei sitúa la Edad de Oro de la Argentina en el período que va de 1852 a 1916 denominando como decadente casi todo el resto de los años. Por consiguiente, enfrenta a la opinión populista de todo este tiempo donde Juan Domingo Perón y sus ideas pregonaban el relato válido.
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La nueva gestión se presenta con símbolos similares a los de la Casa Blanca y con protocolos similares a los de EEUU, república que él admira sus valores. También a Israel.
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Su gestualidad es rupturista y el discurso inicial lo dio de espaldas al Congreso anticipando su forma de gobernar. El artista orfebre talló sus canes en el bastón presidencial y en cada una de sus presencias se escucha el grito característico de arenga nacional:¡Viva la libertad, carajo!”.
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Utiliza un lenguaje de incorrección política, de menor hipocresía y un lenguaje inclusivo ausente sin nada que se parezca a “todos y todas”.
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Los íconos ilustres que representan esta nueva son "paz y libertad" de Alberdi; "educación y mérito" de Domingo Faustino Sarmiento; "la Ley" de Roca; "menos Estado, más mercado e integración al mundo" de Carlos Menem y "la economía ortodoxa y valentía" de Margareth Thatcher.
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Los autores que él pregona en sus ideas son más que eso y utiliza un corpus doctrinario amplio, articulado, con coincidencias pero también matices “porque los libertarios no tenemos dogmas”. Alberto Benegas Lynch (h), referente local absoluto. Y más allá de las fronteras, el olimpo que reúne a Adam Smith, Friedrich Hayek y Milton Friedman. Y enemigos feroces: Karl Marx, y sobre todo Lord Maynard Keynes. Y Antonio Gramsci, el responsable de que el colectivismo se convirtiera en sentido común.